17 de marzo de 2009

El arte de no llegar

Un elemento de Branding personal, tal vez de los más esenciales en materia de generación de contactos y expansión de una red social, es factor del tiempo que le dedicamos a otros.

Todo mundo, en algún momento de nuestra vida personal o profesional, hemos quedado mal con alguien. No creo que exista una persona que pueda jactarse de nunca haber plantado a un amigo, un colega o a la familia. En casos más extremos los hay quienes no llegan a citas con clientes o con un superior.

Justificaciones sobran - válidas e inválidas -, y no es objeto de este escrito el hablar de la repercusión moral que tiene el quedar mal. Mejor, enfoquémonos en el efecto que tiene el NO llegar en nuestras relaciones profesionales y en la construcción (o desmoronamiento) de nuestra imagen.


Lo que la gente ve en nuestra ausencia

Independientemente del motivo de la falta, hay una serie de razones, estrictamente estratégicas, por las que no conviene NO llegar:

Demuestra falta de organización - Si tienes demasiadas citas, demasiadas personas a las que ver o sencillamente algún proyecto nuevo sale en puerta y decides no llegar (o lo olvidas), la persona a la que plantas se queda con una buena idea del desastre que hay en tu agenda y tu cabeza. Cuando se maneja una rutina demandada, la organización es vital para servir a varios amos con la misma bandeja.

Peor es el efecto cuando, además de no llegar, no avises que no vas a llegar. Un buen profesional - organizado además - siempre tiene a la mano el contacto actualizado de las personas con las que tiene algo que ver o que hacer.

Te hace ver demasiado importante para ser verdad - La persona a la que plantaste (en el caso de que no sea una persona de paciencia) podría pensar que eres una persona muy importante, tan importante que se puede dar el lujo de desechar contactos sin inmutarse. Si éste es el caso, lo más probable es que no se moleste en volver a contactarte.

Cabe mencionar que, en la realidad, las personas importantes rara vez faltan a sus citas. El detalle es que no hacen citas que no podrán cumplir - o, en su defecto, avisan y re-agendan con tiempo. No, no darás el efecto "fashionably late", y la única razón que yo veo para que sea potable una planta de un hombre importante es que salga en la sección de finanzas o en la lista Forbes. En ese caso, ¡caray! que se tarde lo que guste.

Es Kriptonita para tus superpoderes - El artículo pasado hablaba de cómo cada persona debe tener un superpoder. Bien, el no llegar es como Kriptonita: acaba con cualquier poder que puedas tener, pues la gente entiende que no la puedes ayudar. Es como tragarte que Superman no haya salvado un tren de un precipicio por el simple hecho de que estaba destruyendo un meteoro de cara a la Tierra... digo, para eso es Superman, ¿no?

Reduce tu red de contactos - A medida que la gente comienza a asimilar tu indisposición, dejará de considerarte. Tan simple como eso.


Cómo minimizar el efecto

Siempre habrán situaciones apretadas que, lo queramos o no, nos obligue a no llegar a alguna cita acordada. Aquí las ideas que pueden servir para organizar nuestra ausencia y mitigar su peso.

No faltes a tu cita - Tenía que mencionarlo. Siempre será mejor opción buscar la manera de cumplir al pie con nuestra agenda para evitar bochornos y malos efectos. Agendas, notas, Outlook, Post-it's.... cualquier cosa que sirva, sirve.

Avisa cuando no llegues - En relaciones profesionales, siempre será mejor pedir permiso que perdón. Para esto, los contactos siempre deben estar actualizados, debemos ser capaces de localizar a la persona a la que vamos a plantar, para que no nos espere.

Compensa tu falta - Siempre será bien visto que, ante una mal quedada previa, se compense en la reprogramación. Pagar la cuenta por cortesía en la siguiente cita, proponer una hora que se ajuste al 100% con el otro, enviar un detalle simbólico. Sorprende el potencial minimizador que tienen estos detalles.

Ten en mente a quién estás plantando - No es lo mismo plantar a un cliente que a un colega, ni lo mismo es plantar a un superior que a un amigo. Si debemos elegir, es mejor optar por la persona que sabemos es más probable que lo entienda y no le importe re-agendar.

Sólo es válido no llegar, cuando siempre llegas - Hay algo que siempre se debe tomar en cuenta, y es que la reputación nos precede. Cuando nos distinguimos por ser un reloj suizo cuando se trata de las citas, una falta a una reunión podría no sólo no importar, sino incluso sorprender por lo inusual de la situación. Siempre que se cuide que no se vuelva costumbre. Si por otro lado no eres la persona más formal que hay en cuanto a horarios, una falta tiene el efecto de diez en la escala de confianza profesional.

2 comentarios:

  1. es bueno remarcar esta cituacion cotidiana en las personas que trabajan las relaciones publicas; si te manejas como un RP independiente a la unica persona que le harias daño es a ti pero si trabajas para una empresa el daño seria mayor por estarias relacionando automaticamente a la empresa.
    tambien el llegar tarde a la cita no es bueno claro no se mide con el tema principal; para poder mitigar estas 2 cituaciones hay que ser un buen publirelacionista; en lo personal conosco un buen publirelacionista trabaja para una empresa transnacional en cualquiera de las 2 fallas que llega a tener save como manejarlas.

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  2. Tienes toda la razón. Una de las virtudes más grandes del publirrelacionista competente es la gestión de crisis. Y en situaciones dadas, una mal quedada puede significar una crisis de enorme magnitud si no se trata con cuidado.

    Inclusive, el RRPP puede lidiar no sólo con su falta, sino con la falta de las personas u organización a la que representa.

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